El SARS-CoV-2 es un β-coronavirus envuelto, con un diámetro de partícula circular o elíptica de aproximadamente 60 a 140 nm, a menudo pleomórfico, obviamente diferente de las características genéticas del SARS-CoV y el MERS-CoV. Las principales manifestaciones clínicas incluyen fiebre, fatiga y otros síntomas sistémicos, acompañados de tos seca, disnea, etc., que pueden evolucionar rápidamente a neumonía grave, insuficiencia respiratoria, síndrome de dificultad respiratoria aguda, shock séptico, insuficiencia multiorgánica, El SARS-CoV-2 puede causar un trastorno del metabolismo ácido-base e incluso ser potencialmente mortal. Se ha identificado al SARS-CoV-2 como el principal medio de transmisión a través de gotitas respiratorias (estornudos, tos, etc.) y contacto (hurgarse la fosa nasal con la mano en contacto con el virus, frotarse los ojos, etc.). El SARS-CoV-2 es sensible a los rayos ultravioleta y al calor, y puede inactivarse a 56 °C durante 30 minutos y con disolventes liposolubles como éter etílico, etanol al 75 %, desinfectante clorado, ácido peracético y cloroformo.